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 Lo entre artístico

 

Esta segunda parte del programa anual de la galería PRESENTE, POST/PROTO –centrado en la exploración de prácticas artísticas que reflexionan alrededor del concepto de lo protocontemporáneo– se dedica al trabajo de Jorge Isla (Huesca, 1992), concretamente a su proyecto “Blanco de España”. Comenzado en 2018 como una investigación fotográfico-pictórica, la obra remitía (en formato imagen e instalación) a una serie de escaparates de locales comerciales en proceso de apertura o cierre, alrededor de la geografía española. El título de la pieza hacía referencia al nombre del pigmento que, aunque de denominación grandilocuente, es el pigmento más barato encontrado en España y, de ahí, su uso para ‘simplemente’ tapar las cristaleras de locales comerciales en estado de preparación. Lo primero a tener en cuenta en la obra de Isla es su interés por los estados intermedios, aquellos que quedan entre dos tierras y que el término alemán Zwischenland definiría tan bien: “Blanco de España” nace como estadio confusa entre dos momentos en los locales elegidos. Un tiempo en el que no sabemos si el local está abriendo o está cerrando. El gesto que traslada –o mejor: traduce– Isla al proyecto es el de ese rastro dejado por la mano del operario y su instrumento, generalmente una esponja. Otro estado intermedio: el territorio entre lo a-artístico – la pintura del local– y lo artístico – la obra de Isla–, que a partir de ahora denominaré entre-artístico.

Otro de los intereses de esta obra es otra ‘tierra del entre’, el juego entre la realidad y la representación. El duelo entre pares no queda nunca resuelto: Isla no busca que un término prevalezca sobre el otro sino crear un tentetieso en aquel Zwischenland, que su obra toma como territorio abonado a la especulación.

 

En el caso de esta instalación en PRESENTE, vemos por primera vez una traslación a las tres dimensiones del proyecto, convirtiendo la galería en una caja de luz. Y en una vuelta a un original de “Blanco de España”: al contemplar el espacio, de nuevo, nos podríamos preguntar: ¿está de obras? Todo esto, por supuesto, retoma el juego de pares jamás decidido. Curiosamente, además, potenciado por otro “Blanco de España” cercano: si la galería se sitúa en el número 265 de la Rua Nossa Senhora de Fátima, encontramos, durante toda la exposición de Isla, otro Blanco en el número 177, justo enfrente de PRESENTE.

 

Igual que el artista, por medio de unas instrucciones al más puro estilo Robert Smithson, transforma en operario de la pieza a la comisaria, Blanco de España deviene en un bucle sin principio de creación artístico ni final del gesto del operario. El único guiño que delata: el vinilo de la galería, o el garabato recurrente, que encuentro en el número 177 y en otra calle random, paseando por la ciudad que, como los canteros, marcan la obra del ¿artista? ¿Artesano? ¿Operario?

 

He dejado para el final mis duelos favoritos: ¿es la intervención de Isla una cortina de humo (pictórica)? ¿Esconde la pieza otra pieza? Ahora que la exposición de Isla termina, me pregunto: ¿qué hará PRESENTE mientras se desmonta “Blanco de España”? Vacío-lleno. Dentro-fuera. Pintura sobre pintura. Una amalgama entre-artística.

 

Virginia de Diego.